PASO DE LAS ACEITUNAS

ENTREMÉS

LAS ACEITUNAS
PASO

PERSONAS.

TORUVIO, simple , viejo.
ÁGUEDA DE TORUÉGANO, su mujer.
MENCIGÜELA, su hija.
ALOJA, vecino.


Calle de un lugar.

Toruvio: ¡Válgame Dios, y qué tempestad ha hecho desde el resquebrajo del monte acá , que no parecía sino que el cielo se quería hundir y las nubes venir abajo! Pues decid ahora qué os tendrá aparejado de comer la señora de mi mujer, así mala rabia la mate. ¿Lo oís? mochacha, Mencigüela. Águeda de Toruégano, ¿lo ois?

Mencigüela: ¡Jesús, padre! Y nos vas a romper las puertas.

Toruvio: Mira qué pico, mira qué pico, ¿ y adónde está vuestra madre, señora?

Mencigüela: Allá está en casa de la vecina, que le ha ido á ayudar á coser unas madejillas.

Toruvio: Malas madejillas vengan por ella y por vos: andad, y llamadla.

Águeda: Ya, ya el de los misterios: ya viene de hacer una negra carguilla de leña, que no hay quien se averigüe con él.

Toruvio: Sí, carguilla de leña le parece á la señora: juro al cielo de Dios, que éramos yo y vuestro ahijado á cargarla, y no podíamos.

Águeda: Ya, enhoramala sea, marido; ¡y qué mojado que venís!

Toruvio: Vengo hecho una sopa de agua. Mujer, por vida vuestra que me deis algo que cenar.

Águeda: ¿Yo qué diablos os tengo de dar si no tengo cosa ninguna?

Mencigüela: ¡Jesús, padre, y qué mojada que venía aquella leña!

Toruvio: Sí, después dirá tu madre que no es nada.

Águeda: Corre, muchacha, aderézale un par de huevos para que cene tu padre, y hazle luego la cama: y os aseguro, marido, que nunca se os acordó de plantar aquel renuevo de aceitunas que rogué que plantáséis.

Toruvio: ¿Pues en qué me he detenido sino en plantarlo como me rogastéis?

Águeda: Calla, marido, ¿y adónde lo plantastéis?

Toruvio: Allí junto á la higuera breval,adonde si se os acuerda os di un beso.

Mencigüela: Padre, bien puede entrar á cenar que ya está aderezado todo.

Águeda: Marido, ¿no sabéis qué he pensado? Que aquel renuevo de aceitunas que plantastéis hoy, que de aquí á seis ó siete años llevará cuatro ó cinco fanegas de aceitunas y que poniendo plantas acá y planta acullá de aqui á veinte y cinco ó treinta años tendréis un olivar hecho y dreecho.

Toruvio: Eso es la verdad, mujer, que no puede dejar de ser lindo.

Águeda: Mira, marido, ¿sabéis qué he pensado? Que yo cogeré la aceituna, y vos la acarrearéis con el asnillo, y Mencigüela la venderá en la plaza; y mira, muchacha, que te mando que no las des a menos el celemín de á dos reales castellanos.

Toruvio: ¿Cómo á dos reales castellanos? ¿No veis que es cargo de conciencia, y nos llevará el almotacen cada día la pena? Que basta pedir á catorce ó quince dineros per celemín.

Águeda: Callad, marido, que es el veduño señorial.

Toruvio: Pues aunque sea señorial, basta pedir lo que tengo dicho.

Águeda:  No me rompáis la cabeza; mira, muchacha, que te mando que no las des a menos el celemin de á dos reales castellanos.

Toruvio: ¿Cómo á dos reales castellanos? Ven acá, muchada, ¿á cómo has de pedir?

Mencigüela: A como queráis, padre.

Toruvio: A catorce o quince dineros.

Mencigüela: Asi lo haré, padre.

Águeda: ¿Cómo así lo haré, padre? Ven acá muchacha, ¿á cómo has de pedir?

Mencigüela: A como mandéis, madre.

Águeda: A dos reales castellanos.

Toruvio: ¿Cómo á dos reales castellanos? Yo os prometo que si no hacéis lo que yo os mando, que os tengo de dar más de doscientos correonazos. ¿A cómo has de pedir?

Mencigüela: A como decís vos, padre.

Toruvio: ¡A catorce ó quince dineros!

Mencigüela: Así lo haré, padre.

Águeda: ¿Cómo así lo haré, padre? Toma, toma, hacé lo que yo os mando.

Toruvio: Dejad a la muchacha.

Mencigüela: ¡Ay, madre! ¡Ay, padre! Que me mata.

Aloja: ¿Qué es esto, vecinos? ¿Por qué maltratáis ansí la muchacha?

Águeda: ¡Ay, señor ¡Este mal hombre que me quiere dar las cosas á menos precio, y quiere echar á perder mi casa: unas aceitunas que son como nueces.

Toruvio: Yo juro á los huesos de mi linaje, que no son ni aun como piñones.

Águeda: Sí son.

Toruvio: No son.

Aloja: Hora, señora vecina, hacedme gran placer que os entréis allá dentro, que yo lo averiguaré todo.

Águeda: Averigüe, ó póngase todo negro.

Aloja: Señor vecino. ¿Qué son de las aceitunas? Sacadlas acá fuera, que yo las compraré aunque sean veinte fanegas.

Toruvio: Qué, no señor, que no es de esa manera que vuesa merced se piensa, que no están las aceitunas aquí en casa, sino en el campo.

Aloja: Pues traeldas aquí, que yo os las compraré todas al precio que justo fuere.

Mencigüela: A dos reales quiere mi madre que se vendan el celemín.

Aloja: Cara cosa es esa.

Toruvio: ¿No le paresce á vuesa merced?

Mencigüela: Y mi padre á quince dineros.

Aloja: Tenga yo una muestra de ellas.

Toruvio: Válgame Dios, señor, vuesa merced no me quiere entender. Hoy he yo plantado un renuevo de aceitunas, y dice mi mujer que de aquí á seis ó siete años llevará cuatro o cinco fanegas de aceituna, y que ella la cogería y que yo la acarrease y la muchacha la vendiese, y que a fuerza de derecho había de pedir á dos reales por cada celemín; yo que no, y ella que sí, y sobre esto ha sido la pelea.

Aloja: ¡Oh, qué graciosa pelea !Nunca tal se ha visto: las aceitunas no están plantadas, y ha llevado la muchacha tarea sobre ellas ?

Mencigüela: ¿Qué le parece, señor?

Toruvio: No llores, chica: la mochacha, señor, es como un oro. Ahora andad, hija, y ponedme la mesa, que ya os prometo de hacer un vestido de las primeras aceitunas que se vendan.

Aloja: Ahora, andad, vecino, entraos allá dentro, y tened paz con vuestra mujer.

Toruvio: Adiós, señor.

Aloja:  Por cierto, qué cosas vemos en esta vida que ponen espanto. Las aceitunas no están plantadas y ya las habemos visto reñidas.

1. Haz un resumen del texto, dividiéndolo en planteamiento, nudo y desenlace.

2. Indica los personajes que aparecen y su papel en la obra.

3. Explica dos o tres elementos cómicos de la obra.