Paso quinto
La tierra de Jauja de Lope de Rueda
HONZIGERA, ladrón PANARIZO, ladrón MENDRUGO, simple.
HONZIGERA: Anda, anda, hermano Panarizo, no te quedes rezagado, que ahora es tiempo de tender nuestras redes, que la ronda de policías está en grandísismo sosiego y pausa y la bolsas descuidadas.¡ Ah, Panarizo!
PANARIZO: ¿Qué diablos quieres? ¿Puedes dar mayores voces? ¿Me dejas empeñado en la taberna y me estás rompiendo la cabeza?
HONZIGERA: ¿Por dos monedas que bebimos te quedas empeñado?
PANARIZO: ¡Pues si no las tenía!
HONZIGERA: Si no las tenías, ¿qué remedio tuviste?
PANARIZO: ¿Qué remedio había de tener, sino dejar la espada?
HONZIGERA: ¿La espada?
PANARIZO: La espada.
HONZIGERA:¿Pues la espada tenías que dejar sabiendo a lo que vamos?
PANARIZO: Mira, hermano Honzigera, provee que comamos, que yo vengo con muchísima hambre.
HONZIGERA: Yo mucho más; que por eso, hermano Panarizo, estoy aguardando aquí un villano que lleva de comer a su mujer, que la tiene presa, una auténtica cazuela de ciertas viandas, y le contaremos de aquellos cuentecillos de la tierra de Jauja, y él se embelesará tanto en ello, que podremos bien henchir nuestras panzas.
(Entra Mendrugo, simple, cantando.)
MENDRUGO: Mala noche me diste, María de Rión, con el bimbilindrón.
[…]
HONZIGERA: ¡Hola, compañero!
MENDRUGO: ¿Hablan vuestras mercedes conmigo o con ella?
HONZIGERA: ¿Quién es ella?
MENDRUGO: Una que está así redonda con sus dos asas y abierta por arriba.
PANARIZO: En verdad no hay quien acierte tan extraña respuesta.
MENDRUGO: ¿Tiénense por tapados1 vuesas mercedes?
PANARIZO: Sí por cierto.
MENDRUGO: Cazuela.
HONZIGERA: Qué, ¿cazuela lleváis?
MENDRUGO: Que no, téngase; ¡válgaos el diablo!; ¡qué ligeros son de manos!
PANARIZO: Pues decidnos adónde vais.
MENDRUGO: Voy a la cárcel para todo aquello que a vuestras mercedes les cumpliere.
PANARIZO: ¿A la cárcel? ¿Y a qué?
MENDRUGO: Tengo, señor, mi mujer presa.
HONZIGERA: ¿Y por qué?
MENDRUGO: Por cosas de aire2; dicen malas lenguas que por alcahueta.
PANARIZO: Y decidme: ¿vuestra mujer no tiene ningún favor?
MENDRUGO: Sí, señor; tiene muchos brazos, y la Justicia, que hará lo que fuere de razón; y ahora han ordenado entre todos que, porque mi mujer es mujer de bien y mujer que lo puede llevar, que le den un obispado3.
HONZIGERA: ¡Obispado!
MENDRUGO: Sí, obispado, y ojalá que ella lo sepa bien regir, que según dicen, ricos quedamos de esta vez. Diga, señor: ¿sabe vuesa merced qué dan en estos obispados?
PANARIZO: ¿Sabes qué dan? Mucha miel, mucho zapato viejo, mucha borra y pluma y berenjena4.
MENDRUGO: ¡Válame Dios! ¿Todo eso dan? Y deseo vella obispesa.
HONZIGERA: ¿Para qué?
MENDRUGO: Para ser yo obispeso.
PANARIZO: Mucho mejor sería, si tú lo pudieses acabar, que la hiciesen obispesa de la tierra de Jauja.
MENDRUGO: ¡Cómo! ¿Qué tierra es esa?
HONZIGERA: Muy extremada, a donde pagan sueldo a los hombres por dormir. (Mientras lo embelesan con el relato de la tierra de Jauja, meten alternativamente la cuchara en la cazuela y la engullen poco a poco)
[…]
PANARIZO: De la tierra que azotan a los hombres porque trabajan.
MENDRUGO: ¡Oh, qué buena tierra! Cuénteme las maravillas de esa tierra, por vida suya.
[…]
HONZIGERA: Mira: en la tierra de Jauja hay un río de miel y junto a él otro de leche, y entre río y río hay una fuente de mantequillas encadenada de requesones y caen en aquel río de la miel, que no parece sino que están diciendo: «cómeme, cómeme».
[…]
PANARIZO: Mira: en la tierra de Jauja hay unos árboles que los troncos son de tocino.
MENDRUGO: ¡Oh benditos árboles! Dios os bendiga, amén.
PANARIZO: Y las hojas son hojuelas, y el fruto de estos árboles son buñuelos, y caen en aquel río de la miel, que ellos mismos están diciendo: «máscame, máscame».
HONZIGERA: Vuélvete acá.
MENDRUGO: Ya me vuelvo.
[…]
HONZIGERA: Mira: en la tierra de Jauja hay muchas cajas de confitura, mucho calabazate, mucho diacitrón5, muchos mazapanes, muchos confites.
MENDRUGO: Dígalo más pausado, señor, eso.
HONZIGERA: Hay ragea6 y unas limetas de vino que él mismo se está diciendo: «bébeme, cómeme; bébeme, cómeme».
PANARIZO: Ten cuenta.
MENDRUGO: Harta cuenta me tengo yo, señor, que me paresce que engullo y bebo.
PANARIZO: Mira: en la tierra de Jauja hay muchas cazuelas con arroz y huevos y queso.
MENDRUGO: ¿Como esta que yo traigo?
PANARIZO: Que vienen llenas y ofrezco al diablo la cosa que vuelven. (Se escapan con toda la comida de Mendrugo):
MENDRUGO: ¡Válgales el diablo, Dios les guarde! ¿Y qué se han hecho estos mis contadores de la tierra de Jauja? Ofrecidos seáis a cincuenta aviones: ¿y qué es de mi cazuela? Juro a mí que ha sido bellaquísimamente hecho. ¡Oh, válgalos el diablo! Si había tanto que comer en su tierra, ¿para qué me comían mi cazuela? Pues yo juro a mí, que juro a bueno, que tengo de enviar tras ellos cuatro o cinco dineros de hermandades para que los traigan a su costa.
PREGUNTAS
- ¿Qué pretenden Hozingera y Panarizo?
- ¿Dónde se dirige Mendrugo?
- ¿Qué le pasa a su mujer?
- Describe la tierra de Jauja.
- ¿Crees que existe ese lugar? ¿Por qué?
- ¿Mendrugo podría ser considerado un «primo»? ¿Qué significado puede tener esa palabra en relación con Mendrugo?
- Explica algún timo que hayas oído para conseguir dinero.
- La obra es un sainete o entremés. Indica tres características que cumpla la obra para ser un sainete.
- Añádele a la obra un último diálogo y cambia su final.