TEXTOS

TEXTO DE D. JUAN TENORIO

D. JUAN:

 Pues señor, yo desde aquí,
buscando mayor espacio
para mis hazañas, dí
sobre Italia, porque allí
tiene el placer un palacio. 445
   De la guerra y del amor
antigua y clásica tierra,
y en ella el Emperador,
con ella y con Francia en guerra,
díjeme: «¿Dónde mejor? 450
   Donde hay soldados, hay juego,
hay pendencias y amoríos».
Dí, pues, sobre Italia luego,
buscando a sangre y a fuego
amores y desafíos. 455
   En Roma, a mi apuesta fiel,
fijé entre hostil y amatorio
en mi puerta este cartel:
«Aquí está don Juan Tenorio
para quien quiera algo de él».

(…)

Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí. 505
   Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé,
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí. 510
   Ni reconocí sagrado,
ni hubo razón ni lugar
por mi audacia respetado;
ni en distinguir me he parado
al clérigo del seglar. 515
   A quien quise provoqué,
con quien quiso me batí,
y nunca consideré
que pudo matarme a mí
aquel a quien yo maté. 520
   A esto don Juan se arrojó,
y escrito en este papel
está cuanto consiguió,
y lo que él aquí escribió,
mantenido está por él.
  1. Analiza métricamente los cinco primeros versos
  2. Resume el fragmento.
  3. Sitúa espacial y cronológicamente el fragmento.
  4. ¿Por qué el texto es romántico?
  5. ¿Por qué D. Juan es un personaje romántico?
  6. ¿A qué etapa del teatro romántico corresponde? ¿Por qué?

Quería ir a Marte en el cohete. Bajó a la pista en las primeras horas de la mañana y a través de los alambres les dijo a los hombres uniformados que quería ir a Marte. Les dijo que pagaba impuestos, que se llamaba Pritchard y que tenía derecho de ir a Marte. ¿No había nacido allí mismo en Ohio? ¿No era un buen ciudadano? Entonces, ¿por qué no podía ir a Marte?

Ray Bradbury, Crónicas Marcianas.
Dejó la música. ¿Para qué tocar? ¿Quién iba a escucharla? Ya que nunca iba a poder dar un concierto en un piano de Erard vestida con un traje de terciopelo con manga corta dejando correr los dedos ligeros sobre las teclas de marfil […] no valía la pena molestarse en estudiar. Metió en el armario las carpetas de dibujo y su labor de tapicería. ¿Para qué? ¿A santo de qué? La costura la ponía nerviosa. Mdme Bovary. Flaubert
  1. Indica el tema del texto.
  2. En el texto hay dos fragmentos con distintos estilos. Encuéntralos y reconócelos.
  3. Conviértelos en estilo directo.
  4. Tipo de narrador.

FRAGMENTO DE PEPITA JIMÉNEZ

Al cabo de un largo rato, D. Luis apareció de nuevo, saliendo

de la oscuridad. En su rostro se veía pintado el terror; algo de la

desesperación de Judas.

Se dejó caer en una silla: puso ambos puños cerrados en su

cara y en sus rodillas ambos codos, y así permaneció más de

media hora sumido sin duda en un mar de reflexiones amargas.

Cualquiera, si le hubiera visto, hubiera sospechado que

acababa de asesinar a Pepita.

Pepita, sin embargo, apareció después. Con paso lento, con

actitud de profunda melancolía, con el rostro y la mirada

inclinados al suelo, llegó hasta cerca de donde estaba D. Luis, y

dijo de este modo:

Ahora, aunque tarde, conozco toda la vileza de mi corazón

y toda la iniquidad de mi conducta. Nada tengo que decir en mi

abono; mas no quiero que me creas más perversa de lo que soy.

TEXTO DE LA REGENTA

Uno de lo recreos solitarios de don Fermín De Pas consistía en subir a las alturas.  Era montañés, y por instinto buscaba las cumbre de los montes y lo campanarios de las iglesias. En todos los países que había visitado había subido a la montaña más alta, y si no la había, a la más soberbia torre. No se daba por enterado de cosa que no viese a vista de pájaro, abarcándola por completo y desde arriba. (…)

 El Magistral1 […]  paseaba lentamente su mirada por la ciudad, escudriñando sus rincones, levantando con la imaginación los techos, aplicando su espíritu a aquella inspección minuciosa, como el naturalista estudia con poderoso microscopio la pequeñeces de los cuerpos.  No miraba a los campos, no contemplaba la lontananza de montes y nube; sus miradas no salían de la ciudad.

Vetusta2 era su  pasión y su presa.  Mientras los demás le tenían por sabio teólogo, filósofo y jurisconsulto, él estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta. La conocía palmo a palmo, por dentro  y por fuera,  por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era  gula; hacía su anatomía, no como el fisiólogo que sólo quiere estudiar, sino como el gastrónomo que busca los bocados apetitosos; no aplicaba el escalpelo, sino el trinchante.  […]

Don Fermín contemplaba la ciudad.  Era una presa que le disputaban, pero que acabaría por devorar él solo. ¡Qué! ¿También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo. Lo había ganado en buena lid. ¿Para qué eran necios? También al Magistral se le  subía la altura a la cabeza; también él veía a lo vetustense como escarabajo; su viviendas viejas y negruzcas, aplastadas, las creían los vanidosos ciudadanos palacios, y eran madrigueras, cuevas, montones de tierra, labor de topo… ¿Qué habían hecho los dueño de aquellos palacios viejos y arruinados de la Encimada que él tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho? Heredar. ¿Y él? ¿Qué había hecho él? Conquistar. CLARÍN. LA REGENTA.

Coronación de José Donoso:

  • Cierta noche Andrés escuchó un agitarse inusitado en el cuarto debajo del suyo. Algo sucedía. Su atención se adhirió a la voz de su abuela que se quejaba suavemente al comienzo, y que después dio un débil gemido de dolor. Sobrecogido, se sentó al borde de su lecho, con sus pies metidos en las pantuflas. Aguardaba. ¿Y si su abuela muriera? ¿Si muriera allí mismo, ahora, esta noche? Sensibilizados de pronto, sus nervios vibraron a lo largo de todo su cuerpo… ¿No sería esa la solución de todo?
  1. Indica el tema del texto y resúmelo.
  2. En el texto hay dos fragmentos de estilo indirecto libre. Encuéntralos.
  3. Conviértelos en estilo directo.
  4. Tipo de narrador.

 Y cuando el espectro de la necesidad se le aparecía y susurraba en su oído con terrible cifra el conflicto económico del día siguiente, doña Pura se estremecía de pavor, diciendo: «No, no; antes las camisas que las cortinas». Desnudar los cuerpos le parecía sacrificio tolerable; pero desnudar la sala… ¡eso nunca! Los de Villaamil, a pesar de la cesantía con su grave disminución social, tenían bastantes visitas. ¡Qué dirían estas si vieran que faltaban las cortinas de seda, admiradas y envidiadas por cuantos las veían! Doña Pura cerró los ojos queriendo desechar la fatídica idea y dormirse; pero la sala se había metido dentro de su entrecejo y la estuvo viendo toda la noche, tan limpia, tan elegante...

Benito Pérez Galdós, Miau

  1. Indica el tema del texto.
  2. En el texto hay dos fragmentos de estilo indirecto libre. Encuéntralos.
  3. Conviértelos en estilo directo.
  4. Tipo de narrador.
  5. En el texto aparece un ejemplo de estilo directo: encuéntralo y conviértelo en indirecto.

LA MONA

Subió la mona a un nogal,
y cogiendo una nuez verde,
en la cáscara la muerde.
Como le supo tan mal,
arrojola  el animal,
y se quedó sin comer.

Esto suele suceder
a quien su empresa abandona
cuando encuentra, como la mona,
un principio al qué vencer.

SAMANIEGO

  1. Analiza métricamente los versos e indica la rima.
  2. Resumen y tema.
  3. Estilo.
  4. Rasgos neoclásicos.
  5. Estructura del texto.

TEXTO I LIBRO DE BUEN AMOR

Entiende bien mis dichos y medita su esencia
no me pase contigo lo que al doctor de Grecia
con el truhán romano de tan poca sapiencia,
cuando Roma pidió a los griegos su ciencia.

Así ocurrió que Roma de leyes carecía,
pidióselas a Grecia, que buenas las tenía.
Respondieron los griegos que no las merecía
ni había de entenderlas, ya que nada sabía.

Pero, si las quería para de ellas usar,
con los sabios de Grecia debería tratar,
mostrar si las comprende y merece lograr;
esta respuesta hermosa daban por se excusar.

Los romanos mostraron en seguida su agrado;
la disputa aceptaron en contrato firmado,
mas, como no entendían idioma desusado,
pidieron dialogar por señas de letrado.

Fijaron una fecha para ir a contender;
los romanos se afligen, no sabiendo qué hacer,
pues, al no ser letrados, no podrán entender
a los griegos doctores y su mucho saber.

Estando en esta cuita, sugirió un ciudadano
tomar para el certamen a un bellaco romano
que, como Dios quisiera, señales con la mano
hiciera en la disputa y fue consejo sano.

A un gran bellaco astuto se apresuran a ir
y le dicen: -“Con Grecia hemos de discutir;
por disputar por señas, lo que quieras pedir
te daremos, si sabes de este trance salir”.

Vistiéronle muy ricos paños de gran valía
cual si fuese doctor en la filosofía.
Dijo desde un sitial, con bravuconería:
“Ya pueden venir griegos con su sabiduría”.

Entonces llegó un griego, doctor muy esmerado,
famoso entre los griegos, entre todos loado;
subió en otro sitial, todo el pueblo juntado.
Comenzaron sus señas, como era lo tratado.

El griego, reposado, se levantó a mostrar
un dedo, el que tenemos más cerca del pulgar,
y luego se sentó en el mismo lugar.
Levantóse el bigardo, frunce el ceño al mirar.

Mostró luego tres dedos hacia el griego tendidos
el pulgar y otros dos con aquél recogidos
a manera de arpón, los otros encogidos.
Sientáse luego el necio, mirando sus vestidos.

Levantándose el griego, tendió la palma llana
y volvióse a sentar, tranquila su alma sana;
levántase el bellaco con fantasía vana,
mostró el puño cerrado, de pelea con gana.

Ante todos los suyos opina el sabio griego:
“Merecen los romanos la ley, no se la niego”.
Levantáronse todos con paz y con sosiego,
¡gran honra tuvo Roma por un vil andariego!

Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
“Afirmé que hay un Dios y el romano entendido
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.

“Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad.”

Preguntan al bellaco por su interpretación:
“Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,

que yo le quebraría, delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes.
Dijo él que su yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.

“Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme nada”.

Por eso afirma el dicho de aquella vieja ardida
que no hay mala palabra si no es a mal tenida,
toda frase es bien dicha cuando es bien entendida.
Entiende bien mi libro, tendrás buena guarida.

Preguntas:

  1. Haz un resumen del texto e indica el tema.
  2. Busca rasgos de la cultura y literatura medieval del texto.
  3. Analiza métricamente la estrofa cuarta.
  4. Analiza la estrofa primera.

TEXTO 2

Aristóteles dijo, y es cosa verdadera,
que el hombre por dos cosas trabaja: la primera,
por el sustentamiento, y la segunda era
por sonseguir unión con hembra placentera.

Si lo dijera yo, se podría tachar,
mas lo dice un filósofo, no se me ha de culpar.
De lo que dice el sabio no debemos dudar,
pues con hechos se prueba su sabio razonar.

Que dice verdad el sabio claramente se prueba;
hombres, aves y bestias, todo animal de cueva
desea, por natura, siempre compaña nueva
y mucho más el hombre que otro ser que se mueva.

Digo que más el hombre, pues otras criaturas
tan sólo en una época se juntan, por natura;
el hombre, en todo tiempo, sin seso y sin mesura,
siempre que quiere y puede hacer esa locura.

Prefiere el fuego estar guardado entre ceniza,
pues antes se consume cuanto más se le atiza;
el hombre, cuando peca, bien ve que se desliza,
mas por naturaleza, en el mal profundiza.

Yo, como soy humano y, por tal, pecador,
sentí por las mujeres, a veces, gran amor.
Que probemos las cosas no siempre es lo peor;
el bien y el mal sabed y escoged lo mejor.

TEXTO III

Si leyeres a Ovidio que por mí fue educado,
hallarás en él cuentos que yo le hube mostrado,
y muy buenas maneras para el enamorado;
Pánfilo, cual Nasón, por mí fue amaestrado.

Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.

Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta pero tampoco enana;
si pudieras,  no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.

Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillo no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.

Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claras y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes (fíjate)
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.

La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejaS, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos.

La su boca pequeña, así, de buena guisa
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa,
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!

Si le envías recados, sea tu embajadora
una parienta tuya; no sea servidora
de tu dama y así  no te será traidora:
todo aquel que mal casa, después su mal deplora.

Procura cuanto puedas que la tu mensajera
sea razonadora sutil y lisonjera,
sepa mentir con gracia y seguir la carrera
pues más hierve la olla  bajo la tapadera.

Si parienta no tienes, toma una de las viejas
que andan por las iglesias y saben de callejas;
con gran rosario al cuello saben muchas consejas,
con llanto de Moisés encantan las orejas.

Estas pavas ladinas son de gran eficacia,
plazas y callejuelas recorren con audacia,
a Dios alzan rosarios, gimiendo su desgracia;
¡ay! ¡las pícaras tratan el mal con perspicacia!

Toma vieja que tenga oficio de herbolera
que va de casa en casa sirviendo de partera
con polvos, con afeites y con su alcoholera
mal de ojo hará a la moza, causará su ceguera.

Procura mensajera de esas negras pacatas
que tratan mucho a frailes, a monjas y beatas,
son grandes andariegas, merecen sus zapatas:
esas trotaconventos hacen muchas contratas.

Donde están tales viejas todo se ha de alegrar,
pocas mujeres pueden a su mano escapar;
para que no te mientan las debes halagar
pues tal encanto usan que  saben engañar.

De todas esas viejas escoge la mejor,
dile que no te mienta, trátala con amor,
que hasta la mala bestia vende el buen corredor
y mucha mala ropa cubre el buen cobertor.

Si dice que tu dama no tiene miembros grandes,
ni los brazos delgados, luego tú le demandes
si tienes pechos chicos; si dice sí, demandes
por su figura toda, y así seguro andes.

Si tiene los sobacos un poquillo mojados
y tiene chicas piernas y largos los costados,
ancheta de caderas, pies chicos, arqueados,
¡tal mujer no se encuentra en todos los mercados!

En la cama muy loca, en la casa muy cuerda;
no olvides tal mujer, su ventajas acuerda.
Esto que te aconsejo con Ovidio concuerda,
y para ello hace falta mensajera no lerda.

Hay tres cosas que tengo miedo de descubrir,
son faltas muy ocultas, de indiscreto decir:
de ellas, muy pocas mujeres pueden con bien salir,
cuando yo las mencione se echarán a reír.

Guárdate bien que no sea vellosa ni barbuda
¡el demonio se lleve a la pecosa velluda!
Si tiene mano chica, delgada o voz aguda,
a tal mujer el hombre de buen seso la muda.

Le harás una pregunta como última cuestión:
si tiene el genio alegre y ardiente el corazón;
si no duda, si pide de todo la razón
si al hombre dice sí, merece tu pasión.

De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
“Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
porque si no perderíamos los haberes y las casas,
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas.”
Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.

POEMA DE MIO CID

I

De los sos ojos tan fuertemientre llorando,
tornava la cabeça e estávalos catando.
Vio puertas abiertas e uços sin cañados,
alcándaras vazías, sin pielles e sin mantos,
e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiró Mio Cid, ca avié grandes cuidados,
fabló Mio Cid bien e tan mesurado:
-¡Grado a ti, Señor, Padre que estás en ados!
¡Esto me an buelto mios enemigos malos!-

II

De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba,
que a Ruy Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña.
La noche pasada a Burgos llevaron una real carta
con severas prevenciones y fuertemente sellada
mandando que a Mío Cid nadie le diese posada,
que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:
sus haberes perdería, más los ojos de la cara,
y además se perdería salvación de cuerpo y alma.
Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas
de Mío Cid se escondían: no pueden decirle nada.
Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;
cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.
Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa
que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada.
La gente de Mío Cid a grandes voces llamaba,
los de dentro no querían contestar una palabra.
Mío Cid picó el caballo, a la puerta se acercaba,
el pie sacó del estribo, y con él gran golpe daba,
pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada.
La niña de nueve años muy cerca del Cid se para:
“Campeador que en bendita hora ceñiste la espada,
el rey lo ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta,
con severas prevenciones y fuertemente sellada.
No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada,
porque si no perderíamos los haberes y las casas,
perderíamos también los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada.
Seguid y que os proteja Dios con sus virtudes santas.”
Esto le dijo la niña y se volvió hacia su casa.

III

FRAGMENTO DE TERCERA PARTE

LA AFRENTA DE CORPES

Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor
y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión.
Acostado en un escaño dormía el Campeador,
ahora veréis qué sorpresa mala les aconteció.
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león,
al saberlo por la corte un gran espanto cundió.
Embrazan sus mantos las gentes del Campeador
y rodean el escaño protegiendo a su señor.
Pero Fernando González, el infante de Carrión,
no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló,
metióse bajo el escaño, tan grande era su terror.
El otro, Diego González, por la puerta se escapó
gritando con grandes: “No volveré a ver Carrión.”
Detrás de una gruesa viga metióse con gran pavor
y, de allí túnica y manto todos sucios los sacó.
Estando en esto despierta el que en buen hora nació
y ve cercado el escaño suyo por tanto varón.
“¿Qué es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?”
“Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león.”
Se incorpora Mío Cid y presto se levantó,
y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león:
la fiera cuando le ve mucho se atemorizó,
baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó.
El Campeador entonces por el cuello le cogió,
como quien lleva un caballo en la jaula lo metió.
Maravilláronse todos de aquel caso del león
y el grupo de caballeros a la corte se volvió.
Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló,
aunque los está llamando no responde ni una voz.
Cuando al fin los encontraron, el rostro traen sin color
tanta broma y tanta risa nunca en la corte se vio,
tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador.
Avergonzados estaban los infantes de Carrión,
gran pesadumbre tenían de aquello que les pasó.

ROMANCERO

La jura de Santa Gadea

En santa Gadea de Burgos,
do juran los hijosdalgo,
le toman jura a Alfonso
por la muerte de su hermano;
tomábasela el buen Cid,
ese buen Cid castellano,
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo
y con unos evangelios
y un crucifijo en la mano.
Las palabras son tan fuertes
que al buen rey ponen espanto;
-Villanos te maten, Alonso,
villanos, que no hidalgos,
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos;
mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazo;
capas traigan aguaderas,
no de contray ni frisado;
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
caballeros vengan en burras,
que no en mulas ni en caballos;
frenos traigan de cordel,
que no cueros fogueados.
Mátente por las aradas,
que no en villas ni en poblado,
sáquente el corazón
por el siniestro costado;
si no dijeres la verdad
de lo que te fuere preguntando,
si fuiste, o consentiste
en la muerte de tu hermano.
Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
que del rey es más privado:
-Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni papa descomulgado.
Jurado había el rey
que en tal nunca se ha hallado;
pero allí hablara el rey
malamente y enojado:
-Muy mal me conjuras, Cid,
Cid, muy mal me has conjurado,
mas hoy me tomas la jura,
mañana me besarás la mano.
-Por besar mano de rey
no me tengo por honrado,
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.
-Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no vengas más a ellas
dende este día en un año.
-Pláceme, dijo el buen Cid,
pláceme, dijo, de grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.
Ya se parte el buen Cid,
sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,
todos eran hijosdalgo;
todos son hombres mancebos,
ninguno no había cano;
todos llevan lanza en puño
y el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas
con borlas de colorado.
Mas no le faltó al buen Cid
adonde asentar su campo.

ROMANCE DE ÁLORA LA BIEN CERCADA
Álora, la bien cercada,
tú que estás en par del río,
cercóte el Adelantado
una mañana en domingo,
de peones y hombres de armas
el campo bien guarnecido;
con la gran artillería
hecho te habían un portillo.
Viérades moros y moras
subir huyendo al castillo;
las moras llevan la ropa,
los moros harina y trigo,
y las moras de quince años
llevaban el oro fino,
y los moricos pequeños
llevan la pasa y el higo.
Por encima del adarve
su pendón llevan tendido.
Allá detrás de una almena
quedado se había un morico
con una ballesta armada
y en ella puesto un cuadrillo.
En altas voces diciendo
que del real le han oído:
-¡ Tregua, tregua, Adelantado,
por tuyo se da el castillo!
Alza la visera arriba
por ver el que tal le dijo:
asaetárale a la frente,
salido le ha al colodrillo.
Sácole Pablo de rienda
y de mano Jacobillo,
estos dos que había criado
en su casa desde chicos.
Lleváronle a los maestros
por ver si será guarido;
a las primeras palabras
el testamento les dijo.

CELESTINA

ACTO I

CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.

MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?

CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mí, inmérito, tanta merced que verte alcanzase, y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese. Sin duda, incomparablemente es mayor tal galardón que el servicio, sacrificio, devoción y obras pías que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofrecido. ¿Quién vio en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre como ahora el mío? Por cierto, los gloriosos santos que se deleitan en la visión divina no gozan más que yo ahora en el acatamiento tuyo. Mas, ¡oh triste!, que en esto diferimos: que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal bienaventuranza y yo, mixto, me alegro con recelo del esquivo tormento que tu ausencia me ha de causar.

MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes éste, Calisto?

CALISTO.- Téngolo por tanto, en verdad, que si Dios me diese en el cielo silla sobre sus santos, no lo tendría por tanta felicidad.

MELIBEA.- Pues aun más igual galardón te daré yo si perseveras.

CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído!

MELIBEA.- Más desaventuradas de que me acabes de oír, porque la paga será tan fiera cual merece tu loco atrevimiento y el intento de tus palabras ha sido. ¿Cómo de ingenio de tal hombre como tú haber de salir para se perder en la virtud de tal mujer como yo? ¡Vete, vete de ahí, torpe!, que no puede mi paciencia tolerar que haya subido en corazón humano conmigo en ilícito amor comunicar su deleite.

CALISTO.- Iré como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su estudio con odio cruel.

II

PÁRMENO.- ¿Por qué, señor, te matas? ¿Por qué, señor, te congojas? ¿Y tú piensas que es vituperio en las orejas de ésta el nombre que la llamé? No lo creas, que así se glorifica en le oír, como tú cuando dicen «diestro caballero es Calisto». Y demás de esto es nombrada y por tal título conocida. Si entre cien mujeres va y alguno dice «¡puta vieja!», sin ningún empacho luego vuelve la cabeza y responde con alegre cara. En los convites, en las fiestas, en las bodas, en las cofradías, en los mortuorios, en todos los ayuntamientos de gentes, con ella pasan tiempo. Si pasa por los perros, aquello suena su ladrido; si está cerca las aves, otra cosa no cantan; si cerca los ganados, balando lo pregonan; si cerca las bestias, rebuznando dicen «¡puta vieja!». Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar. Si va entre los herreros, aquello dicen sus martillos. Carpinteros y armeros, herradores, caldereros, arcadores, todo oficio de instrumento forma en el aire su nombre. Cantan los carpinteros, péinanla los peinadores, tejedores, labradores en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas con ella pasan el afán cotidiano. Al perder en los tableros, luego suenan sus loores. Todas cosas que son hacen, a doquiera que ella está, el tal nombre representan. ¡Oh, qué comedor de huevos asados era su marido! ¡Qué quieres más, sino que si una piedra topa con otra luego suena «¡puta vieja!»!

Acto IV

(En su primera entrevista con Melibea, Celestina intenta hablarle de las pretensiones de Calisto, pero, al notar el rechazo que suscita en la joven el mero nombre de Calisto, intenta astutamente disfrazar sus verdaderas intenciones)

MELIBEA.-  Por Dios, sin más dilatar, me digas quién es ese doliente, que de mal tan perplejo se siente que su pasión y remedio salen de una misma fuente.
CELESTINA.-  Bien tendrás, señora, noticia en esta ciudad de un caballero mancebo, gentilhombre de clara sangre, que llaman Calisto.
MELIBEA.-  ¡Ya, ya, ya! Buena vieja, no me digas más, no pases adelante. ¿Ése es el doliente por quien has hecho tantas premisas en tu demanda?, ¿por quien has venido a buscar la muerte para ti?, ¿por quien has dado tan dañosos pasos, desvergonzada barbuda? ¿Qué siente ese perdido, que con tanta pasión vienes? De locura será su mal. ¿Qué te parece? Si me hallaras sin sospecha de ese loco, ¿con qué palabras me entrabas? No se dice en vano que el más empecible miembro del mal hombre o mujer es la lengua. ¡Quemada seas, alcahueta, falsa, hechicera, enemiga de honestad, causadora de secretos yerros! ¡Jesú, Jesú! ¡Quítamela, Lucrecia, de delante, que me fino, que no me ha dejado gota de sangre en el cuerpo! Bien se lo merece, esto y más, quien a estas tales da oídos. Por cierto, si no mirase a mi honestidad, y por no publicar su osadía de ese atrevido, yo te hiciera, malvada, que tu razón y vida acabaran en un tiempo.
CELESTINA.-  ¡En hora mala acá vine, si me falta mi conjuro! ¡Ea, pues, bien sé a quién digo! ¡Ce, hermano, que se va todo a perder!
MELIBEA.-  ¿Aun hablas entre dientes delante mí para acrecentar mi enojo y doblar tu pena? ¿Querrías condenar mi honestidad por dar vida a un loco?

Celestina logra salir del apuro.

MELIBEA.-  ¿Poca calor? Poca la puedes llamar, pues quedaste tú viva y yo quejosa sobre tan gran atrevimiento. ¿Qué palabra podías tú querer para ese tal hombre que a mí bien me estuviese? Responde, pues dices que no has concluido, y quizá pagarás lo pasado.
CELESTINA.-  Una oración, señora, que le dijeron que sabías de Santa Polonia para el dolor de las muelas. Asimismo tu cordón, que es fama que ha tocado todas las reliquias que hay en Roma y Jerusalén. Aquel caballero que dije pena y muere de ellas. Ésta fue mi venida. Pero, pues en mi dicha estaba tu airada respuesta, padézcase él su dolor en pago de buscar tan desdichada mensajera, que, pues en tu mucha virtud me faltó piedad, también me faltará agua si a la mar me enviara. Pero ya sabes que el deleite de la venganza dura un momento, y el de la misericordia para siempre.
MELIBEA.-  Si eso querías, ¿por qué luego no me lo expresaste? ¿Por qué me lo dijiste por tales palabras?

Celestina comienza a alabar a Calisto.

CELESTINA.- (…)La presencia y facciones, disposición, desenvoltura, otra lengua había menester para las contar. Todo junto semeja ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel gentil Narciso que se enamoró de su propia figura cuando se vio en las aguas de la fuente. Ahora, señora, tiénele derribado una sola muela que jamás cesa de quejar.

MELIBEA.-  ¿Y qué tanto tiempo ha?
CELESTINA.-  Podrá ser, señora, de veintitrés años, que aquí está Celestina, que le vio nacer y le tomó a los pies de su madre.
MELIBEA.-  Ni te pregunto eso ni tengo necesidad de saber su edad; sino qué tanto ha que tiene el mal.
CELESTINA.-  Señora, ocho días, que parece que ha un año en su flaqueza. (…)

ACTO XII

MUERTE DE CELESTINA

SEMPRONIO.- Yo dígole que se vaya y abájase las bragas; no ando por lo que piensas. No entremetas burlas a nuestra demanda, que con ese galgo no tomarás, si yo puedo, más liebres. Déjate conmigo de razones. A perro viejo, no cuz cuz. Danos las dos partes por cuenta de cuanto de Calisto has recibido; no quieras que se descubra quién tú eres. ¡A los otros, a los otros con esos halagos, vieja!

CELESTINA.- ¿Quién soy yo, Sempronio? ¿Quitásteme de la putería? Calla tu lengua, no amengües mis canas, que soy una vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Vivo de mi oficio, como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no lo busco; de mi casa me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo de mi corazón. Y no pienses con tu ira maltratarme, que justicia hay para todos y a todos es igual. Tan bien seré oída, aunque mujer, como vosotros muy peinados. Déjame en mi casa con mi fortuna. Y tú, Pármeno, no pienses que soy tu cautiva por saber mis secretos y mi vida pasada, y los casos que nos acaecieron a mí y a la desdichada de tu madre. Aun así me trataba ella cuando Dios quería.

PÁRMENO.- ¡No me hinches las narices con esas memorias; si no, enviarte he con nuevas a ella, donde mejor te puedas quejar!

CELESTINA.- ¡Elicia, Elicia, levántate de esa cama! ¡Daca mi manto, presto!, que, por los santos de Dios, para aquella justicia me vaya bramando como una loca. ¿Qué es esto? ¿Qué quieren decir tales amenazas en mi casa? ¡Con una oveja mansa tenéis vosotros manos y braveza, con una gallina atada, con una vieja de sesenta años! ¡Allá, allá con los hombres como vosotros! ¡Contra los que ciñen espada mostrad vuestras iras, no contra mi flaca rueca! Señal es de gran cobardía acometer a los menores y a los que poco pueden. Las sucias moscas nunca pican sino los bueyes magros y flacos. Los gozques ladradores a los pobres peregrinos aquejan con mayor ímpetu. Si aquella que allí está en aquella cama me hubiese a mí creído, jamás quedaría esta casa de noche sin varón, ni dormiríamos a lumbre de pajas; pero, por aguardarte, por serte fiel, padecemos esta soledad. Y como nos veis mujeres, habláis y pedís demasías, lo cual, si hombre sintieseis en la posada, no haríais, que, como dicen, «el duro adversario entibia las iras y sañas».

SEMPRONIO.- ¡Oh vieja avarienta, muerta de sed por dinero!, ¿no serás contenta con la tercia parte de lo ganado?

CELESTINA.- ¿Qué tercia parte? Vete con Dios de mi casa tú. Y esotro no dé voces, no allegue la vecindad. No me hagáis salir de seso, no queráis que salgan a plaza las cosas de Calisto y vuestras.

SEMPRONIO.- Da voces o gritos, que tú cumplirás lo que prometiste o cumplirás hoy tus días.

ELICIA.- Mete, por Dios, el espada. Tenlo, Pármeno, tenlo, no la mate ese desvariado.

CELESTINA.- ¡Justicia, justicia, señores vecinos! ¡Justicia, que me matan en mi casa estos rufianes!

SEMPRONIO.- ¿Rufianes o qué? Espera, doña hechicera, que yo te haré ir al infierno con cartas.

CELESTINA.- ¡Ay, que me ha muerto! ¡Ay, ay, confesión, confesión!

PÁRMENO.- Dale, dale. Acábala, pues comenzaste, que nos sentirán. ¡Muera, muera! De los enemigos, los menos.

CELESTINA.- ¡Confesión!

ACTO XIII

SEGUNDO ENCUENTRO ENTRE CALISTO Y MELIBEA

CALISTO.- ¡Oh angélica imagen! ¡Oh preciosa perla ante quien el mundo es feo! ¡Oh mi señora y mi gloria! En mis brazos te tengo y no lo creo. Mora en mi persona tanta turbación de placer que me hace no sentir todo el gozo que poseo.

MELIBEA.- Señor mío, pues me fié en tus manos, pues quise cumplir tu voluntad, no sea de peor condición por ser piadosa que si fuera esquiva y sin misericordia. No quieras perderme por tan breve deleite y en tan poco espacio, que las mal hechas cosas, después de cometidas, más presto se pueden reprehender que enmendar. Goza de lo que yo gozo, que es ver y llegar a tu persona; no pidas ni tomes aquello que, tomado, no será en tu mano volver. Guarte, señor, de dañar lo que con todos tesoros del mundo no se restaura.

CALISTO.- Señora, pues por conseguir esta merced toda mi vida he gastado, ¿qué sería, cuando me la diesen, desecharla? Ni tú, señora, me lo mandaras, ni yo lo podría acabar conmigo. No me pidas tal cobardía. No es hacer tal cosa de ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo. Nadando por este fuego de tu deseo toda mi vida, ¿no quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis pasados trabajos?

MELIBEA.- Por mi vida, que aunque hable tu lengua cuanto quisiere, no obren las manos cuanto pueden. Está quedo, señor mío. Bástete, pues ya soy tuya, gozar de lo exterior, de esto que es propio fruto de amadores; no me quieras robar el mayor don que la natura me ha dado. Cata que del buen pastor es propio tresquilar sus ovejas y ganado, pero no destruirlo y estragarlo.

CALISTO.- ¿Para qué, señora? ¿Para que no esté queda mi pasión? ¿Para penar de nuevo? ¿Para tornar el juego de comienzo? Perdona, señora, a mis desvergonzadas manos, que jamás pensaron de tocar tu ropa con su indignidad y poco merecer. Ahora gozan de llegar a tu gentil cuerpo y lindas y delicadas carnes.

MELIBEA.- Apártate allá, Lucrecia.

CALISTO.- ¿Por qué, mi señora? Bien me huelgo que estén semejantes testigos de mi gloria.

ACTO XIX

MUERTE DE CALISTO

CALISTO.- Jamás querría, señora, que amaneciese, según la gloria y descanso que mi sentido recibe de la noble conversación de tus delicados miembros.

MELIBEA.- Señor, yo soy la que gozo, yo la que gano; tú, señor, el que me haces con tu visitación incomparable merced.

SOSIA.- ¿Así, bellacos, rufianes, veníais a asombrar a los que no os temen? ¡Pues yo juro que si esperarais, que yo os hiciera ir como merecíais!

CALISTO.- Señora, Sosia es aquel que da voces. Déjame ir a valerle, no le maten, que no está sino un pajecico con él. Dame presto mi capa, que está debajo de ti.

MELIBEA.- ¡Oh triste de mi ventura! No vayas allá sin tus corazas; tórnate a armar.

CALISTO.- Señora, lo que no hace espada y capa y corazón, no lo hacen corazas y capacete y cobardía.

SOSIA.- ¿Aún tornáis? Esperadme, quizá venís por lana.

CALISTO.- Déjame, por Dios, señora, que puesta está el escala.

MELIBEA.- ¡Oh desdichada yo!, y, ¿cómo vas tan recio y con tanta prisa y desarmado a meterte entre quien no conoces? ¡Lucrecia, ven presto acá, que es ido Calisto a un ruido! Echémosle sus corazas por la pared, que se quedan acá.

TRISTÁN.- Tente, señor, no bajes, que idos son; que no era sino Traso el cojo y otros bellacos que pasaban voceando, que se torna Sosia. Tente, tente, señor, con las manos al escala.

CALISTO.- ¡Oh, válgame Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!

TRISTÁN.- Llégate presto, Sosia, que el triste de nuestro amo es caído del escala y no habla ni se bulle.

SOSIA.- ¡Señor, señor! ¡A esotra puerta! ¡Tan muerto es como mi abuelo! ¡Oh gran desventura!

LUCRECIA.- ¡Escucha, escucha! ¡Gran mal es éste!

MELIBEA.- ¿Qué es esto? ¿Qué oigo? ¡Amarga de mí!

TRISTÁN.- ¡Oh mi señor y mi bien muerto! ¡Oh mi señor despeñado! ¡Oh triste muerte sin confesión! Coge, Sosia, esos sesos de esos cantos, júntalos con la cabeza del desdichado amo nuestro. ¡Oh día de aciago! ¡Oh arrebatado fin!

MELIBEA.- ¡Oh desconsolada de mí! ¿Qué es esto? ¿Qué puede ser tan áspero acontecimiento como oigo? Ayúdame a subir, Lucrecia, por estas paredes. Veré mi dolor, si no, hundiré con alaridos la casa de mi padre. ¡Mi bien y placer, todo es ido en humo, mi alegría es perdida, consumiose mi gloria!

ACTO XX

 SUICIDIO DE MELIBEA

MELIBEA: … Sepa de ti largamente la triste razón por que muero. ¡Gran placer llevo de no la ver presente! Toma, padre viejo, los dones de tu vejez, que en largos días largas se sufren tristezas. Recibe las arras de tu senectud antigua, recibe allá tu amada hija. Gran dolor llevo de mí, mayor de ti, muy mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo y con ella. A Él ofrezco mi ánima. Pon tú en cobro este cuerpo que allá baja.

ACTO XXI

LLANTO DE PLEBERIO

PLEBERIO: …¡Oh duro corazón de padre! ¿Cómo no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu amada heredera? ¿Para quién edifiqué torres? ¿Para quién adquirí honras? ¿Para quién planté árboles? ¿Para quién fabriqué navíos? ¡Oh tierra dura!, ¿cómo me sostienes? ¿A dónde hallará abrigo mi desconsolada vejez? ¡Oh fortuna variable, ministra y mayordoma de los temporales bienes!, ¿por qué no ejecutaste tu cruel ira, tus mudables ondas, en aquello que a ti es sujeto? ¿Por qué no destruiste mi patrimonio? ¿Por qué no quemaste mi morada? ¿Por qué no asolaste mis grandes heredamientos? Dejárasme aquella florida planta, en quien tú poder no tenías; diérasme, fortuna fluctuosa, triste la mocedad con vejez alegre, no pervirtieras la orden.

(…)¡Oh mi hija despedazada! ¿Por qué no quisiste que estorbase tu muerte? ¿Por qué no hubiste lástima de tu querida y amada madre? ¿Por qué te mostraste tan cruel con tu viejo padre? ¿Por qué me dejaste cuando yo te había de dejar? ¿Por qué me dejaste penado? ¿Por qué me dejaste triste y solo in hac lachrymarum valle?

POEMAS DE GARCILASO

SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

LA MUERTE DE ELISA

SONETO XXV

¡Oh hado ejecutivo en mis dolores,
cómo sentí tus leyes rigurosas!
Cortaste el árbol con manos dañosas,
y esparciste por tierra fruta y flores.

En poco espacio yacen mis amores
y toda la esperanza de mis cosas,
tornadas en cenizas desdeñosas,
y sordas a mis quejas y clamores.

Las lágrimas que en esta sepultura
se vierten hoy en día y se vertieron
reciben, aunque sin fruto allá te sean,

hasta que aquella eterna noche oscura
me cierren apuestos ojos que te vieron,
dejándome con otros que te vean.

ÉGLOGA I

(…)

Nemoroso:

Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.

(…)

¿Dó están agora aquellos claros ojos
que llevaban tras sí, como colgada,
mi ánima doquier que ellos se volvían?
¿Dó está la blanca mano delicada,
llena de vencimientos y despojos
que de mí mis sentidos le ofrecían?
Los cabellos que vían
con gran desprecio al oro,
como a menor tesoro,
¿adónde están? ¿Adónde el blando pecho?
¿Dó la columna que el dorado techo
con presunción graciosa sostenía?
Aquesto todo agora ya se encierra,
por desventura mía,
en la fría, desierta y dura tierra.

(…)

Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
do descansar y siempre pueda verte
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte?

ODA AD FLOREM GNIDI

Si de mi baja lira
Tanto pudiese el son, que en un momento
Aplacase la ira
Del animoso viento,
Y la furia del mar y el movimiento;

Y en ásperas montañas
Con el süave canto enterneciese
Las fieras alimañas,
Los árboles moviese,
Y al son confusamente los trajese;

No pienses que cantado
Sería de mí, hermosa flor de Gnido,
El fiero Marte airado,
A muerte convertido,
De polvo y sangre y de sudor teñido;

Ni aquellos capitanes
En las sublimes ruedas colocados,
Por quien los alemanes
El fiero cuello atados,
Y los franceses van domesticados.

Mas solamente aquella
Fuerza de tu beldad sería cantada,
Y alguna vez con ella
También sería notada
El aspereza de que estás armada;

SONETO XXIII

COMENTARIO DE TEXTO

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

GUÍA DE COMENTARIO DE TEXTO LITERARIO

1.Lectura comprensiva.

2. Breve resumen del texto y tema o tópico.

3. Estructura: división del texto en partes, explicando el porqué.

4. Análisis formal.

-Análisis métrico, si procede, con tipo de rima y estrofa.

-Análisis de figuras retóricas y recursos literarios: en este texto buscar tres ejemplos de metáforas y explicarlas, buscar un ejemplo de hipérbaton, aliteración, gradación. buscar un ejemplo de encabalgamiento.

(El Encabalgamiento es una figura retórica que consiste en no terminar las frases al final del verso sino en el siguiente (van «a caballo» entre dos versos).

Existen dos tipos de Encabalgamiento:

  • Encabalgamiento brusco (o abrupto): cuando la pausa se produce antes de la 5ª sílaba del verso encabalgado.
  • Una tarde parda y fría
    de invierno. Los colegiales
    estudian. Monotonía
    de la lluvia en los cristales.
  • Encabalgamiento suave: el que va más allá de esa sílaba del verso encabalgado.
  • Yo quiero ser llorando el hortelano
    de la tierra que ocupas y estercolas…
    Miguel Hernández (1910-1942)

-Análisis lingüístico: oraciones de que consta la obra y algún ejemplo de tipo de oración, estilo (sencillo o complicado).

5. Análisis literario: se debe vincular el texto por las características anteriores con un movimiento literario, un autor y un periodo de su obra.

6. Muy breve resumen de las fases anteriores y opinión personal.

EJERCICIOS

  1. Analiza métricamente los cinco primeros versos de la oda ad Florem Gnidi de Garcilaso.
  2. Analiza también estos versos e indica la estrofa:

Estaba figurada la hermosa
Eurídice, en el blanco pie mordida
en la pequeña sierpe ponzoñosa
entre la hierba y flores escondida;
descolorida estaba como rosa
que ha sido fuera de sazón cogida,
y el ánima los ojos ya volviendo,
de su hermosa carne despidiendo.

3. Busca en los anteriores versos un ejemplo de encabalgamiento abrupto y suave.

ODA I 
VIDA RETIRADA 

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto. (…)

  1. Tema del texto.
  2. Analiza los cinco primeros versos del poema e indica el tipo de estrofa.
  3. Busca en los cinco primeros versos un ejemplo de encabalgamiento e indica de qué tipo es.
  4. Busca en el poema un ejemplo de locus amoenus.
  5. Busca un ejemplo de hipérbaton.
  6. Encuentra un ejemplo de cultismo y tres ejemplos de palabras sencillas.

La novela de caballería

• Palmerin de Olivia (1511)
• El libro del caballero Zifar
Y por último Amadis de Gaula de Garci Rodriguez de Montalvo( Zaragoza, 1508); que trata de los amores entre el rey Perión de Gaula y de la princesa Elisena de Bretaña, que dieron lugar al nacimiento de un niño abandonado en una barca. El niño es criado por el caballero Gandales, protegido por la hechicera Urganda, llamada la Desconocida porque nunca se presenta con la misma cara ni con el mismo aspecto, y perseguido por el mago Arcaláus el encantador. Atraviesa el arco hechizado de los leales amadores, vence al terrible monstruo Endriago, donde conoce a su hermano Galaor, y atraviesa por todo tipo de peligrosas aventuras, por amor de su amada Oriana, hija del rey Lisuarte de la Gran Bretaña.

EL DIÁLOGO RENACENTISTA

INTRODUCCIÓN

El origen es grecolatino, Cicerón o Platón  escribieron diálogos. En el Renacimiento, en Europa, los hubo de diversos temas, en prosa y en verso; no eran didácticos, se identificaban con el Humanismo. En España, como ejemplo, los hermanos Valdés y escritores del Erasmismo.

Hasta la  segunda mitad del siglo XVI,  Fray Luís de León  con “De los nombres de Cristo” , decayendo  y coincidiendo  con el teatro barroco español y comienzo del ensayo en el s. XVIII.

El género del diálogo se basa en: varios personajes se reúnen para hablar sobre distintos temas y cada uno va expresando de forma razonada  su punto de vista.

CARACTERÍSTICAS

El diálogo Renacentista tiene origen clásico. A través de él se busca la verdad. Tienen  un carácter didáctico y su estructura es pregunta y respuesta. Los temas: filosófico, religioso, político, científico, etc. La lengua es la  vernácula.

El antecedente más cercano al diálogo es Petrarca en el siglo XIV con “secretrum”.

Hay dos formas de distorsionar el proceso doctrinal de diálogo:

1)     Hacerlo depender del carácter psicológicamente anómalo de un interlocutor, ej. Pedro Mejia

2)   Introducir en el diálogo formas narrativas y dramáticas,ej. Lucianeros

Otros ejemplos: Antonio de Torquemada, Baltasar de Collazos, Diego de Hermosillo, etc.

AUTORES MÁS IMPORTANTES

Francisco López de Villalobos:

Nació en Zamora de familia judía protegida por los marqueses de Astorga.

Su primera obra fue “el sumario de la medicina” dedicadaal segundo marques de Astorga, que fue quien pago sus estudios de medicina. También escribió unos diálogos familiares sobre medicina y una tradición de la comedia Anfitrión.

Alfonso de Valdés

(Cuenca, h.1490-Viena, 1534) Humanista español. Secretario y latinista oficial de Carlos I de España.

Intentó conciliar el humanismo del pensador holandés y el proyecto de monarquía universal cristiana. Propugnó un modelo de Iglesia espiritual y más cercana a los fieles y satirizó la corrupción de la jerarquía eclesiástica romana. Autor de “Diálogo de las cosas en Roma” y “Diálogo de Mercurio y Carón”.

Se dice que Alfonso de Valdés escribió Lazarillo de Tormes.

Juan de Valdés

Nació en Cuenca, en 1509. Al aparecer su primer libro, “Diálogo de doctrina cristiana” (1529), fue denunciado ante la Inquisición y se trasladó a Italia, donde residió hasta el fin de sus días. En Nápoles, hizo amistad con Garcilaso de la Vega. Con “Diálogo de la lengua”,  obra cumbre, compuesta hacia 1535,

Escribió libros religiosos que no firmó con su verdadero nombre por temor a la inquisición Valdés no sólo usa los ejemplos literarios sino los refranes populares, coplas, villancicos y romances populares haciendo referencia al mismo Erasmo, quien escribió un libro de refranes en latín.

Obras: “Diálogo del lenguaje” y “Diálogo de doctrina cristiana»

DIÁLOGOS MÁS IMPORTANTES

Autor: Francisco López Villalobos

-Diálogos de las fiebres interpolares

-Diálogo del calor natural

Son dos diálogos de medicina.

Autor: Alfonso Valdés

-Diálogo de las cosas acaecidas en Roma

Tema monográfico, que tiene una doble intención. Da lugar a temas divinos, morales o religiosos.

-Diálogo de Mercurio y Carón

Se divide en dos: 1º Crítica a un predicador, a un obispo, a un rey y a un hipócrita.

2º Describe a una serie de prelados y seglares que no actúan en la práctica como lo hacen en la teoría.

Autor: Fernán Pérez  de Olivo

-Diálogo de la dignidad del hombre

Trata  de la soledad y la miseria del hombre, de su trabajo, a pesar de la fe.

Anónimo

-Diálogo de Caronte y el ánima de Pedro Luís Farnesio

Documento histórico  que critica la política e intrigas  del Papa Paulo III contra los intereses del Emperador Carlos V y de la misma cristiandad.

Autor: Pedro de Navarra

-Diálogos de la diferencia del hablar al escribir

Esta dedicado al Conde de Lecir y es la diferencia de una cosa que está  escrita a como se habla.

QUEVEDO

Santiago García Pascual

Biografía:

Quevedo nació en Madrid en el seno de una familia de hidalgos provenientes de Cantabria. []Su infancia transcurrió en la Villa y Corte, rodeado de nobles y potentados, ya que sus padres desempeñaban altos cargos en Palacio. Huérfano de padre a los seis años, le nombraron por tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva. Estudió Teología en Alcalá sin llegar a ordenarse, así como lenguas antiguas y modernas. Durante la estancia de la Corte en Valladolid parece ser que circularon los primeros poemas de Quevedo, que imitaban o parodiaban los de Luis de Góngora bajo seudónimo (Miguel de Musa).

Quevedo también se aproximó a la prosa escribiendo como juego cortesano, en el que lo más importante era exhibir ingenio, la primera versión manuscrita de una novela picaresca, titulada la vida del buscón y un cierto número de cortos opúsculos burlescos. Hacia 1604 intenta explorar nuevos caminos métricos creando un libro de silvas que no terminó, a imitación de las de Publio Papinio Estacio, combinando versos de siete y once sílabas libremente. Vuelta la Corte a Madrid, arriba a ella Quevedo en 1606 y reside allí hasta 1611 entregado a las letras; escribe cuatro de sus sueños y diversas sátiras breves en prosa.

La vida del Buscón:

La vida del Buscón (o Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablo; ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños)[] es una novela picaresca en castellano, escrita por Francisco de Quevedo.

Datación

Escrita entre 1603 y 1608, lo que hace de ella una de las primeras novelas del género picaresco. Fernando Lázaro Carreter considera que la primera versión fue redactada en 1603-1604, mientras que Francisco Rico indica 1605. La primera edición se publicó en Zaragoza el año 1626. No contó con el permiso del autor, aunque en el título se le imputa la autoría sin dudarlo. []

Las ediciones del texto

Las ediciones modernas de El Buscón se basan en el manuscrito «Bueno» (B), en el manuscrito conservado en Santander (S), en un manuscrito procedente de un códice de la catedral de Córdoba (C) y en las dos ediciones princeps impresas realizadas en Madrid en 1648, basadas a su vez en la de Zaragoza de 1628 (E).[] Aunque estrictamente hablando la auténtica edición princeps sería la impresa en 1626 en Zaragoza por el librero Roberto Duport.[]

Género literario

Es una novela, la única escrita por su autor. Sigue la línea de la picaresca amarga iniciada por el Lazarillo de Tormes de autor desconocido.

Estructura

La obra se divide en tres libros. El primero de ellos tiene siete capítulos. El segundo, seis. El tercero y último, diez.

Intención de la obra

Ante todo, busca lograr un intenso efecto de comicidad. No pretende Quevedo destacar que ciertas acciones son éticamente condenables y que traen como consecuencia el castigo sino, en primer lugar, reír y hacer reír con ellas. Aparecen muchas malas acciones que quedan sin castigo. No hay digresiones moralizadoras, salvo la moraleja final: «nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres». Pero, principalmente, pretende demostrar la imposibilidad de ascenso social

Estilo

La sátira se exagera en esta obra hasta el punto de ser una caricatura sangrienta.

Quevedo no describe lugares y personajes de forma realista, sino grotesca, hasta obtener una visión esperpéntica. Esta exageración es un rasgo típicamente barroco. Todo es extremado: lleva la suciedad hasta lo más repugnante, la ironía al sarcasmo más brutal, el Dómine Cabra no es sólo pobre y miserable, es “archipobre y protomiseria”.[]

Obras festivas de QUEVEDO

PEDRO

 

–         SATIRAS

“Premática y aranceles”

“Consejo para guardar la mosca y gastar la prosa”

“Premática del tiempo”

“Capitulaciones matrimoniales”

–          “Cartas del caballero de la tenaza” obra humorística descripción de las epístolas intercambiadas entre un caballero tacaño y su amante que quiere sacarle dinero como sea.

–         “Libro de todas las cosas y otras muchas más” dirigido a la curiosidad de los entrometidos y a la sonsaca de las viejecitas.

–         “Gracias y desgracias del ojo del culo” opúsculo jocoso sobre los placeres y las dolencias relativas a semejante órgano.

 

 

Obras teatrales de QUEVEDO

No existe un catalogo definitivo de la obra teatral atribuible a Quevedo y no solo por la dificultad de reconocer su autoría sino por las dificultades de considerar a algunos textos como teatrales. En cualquier caso, se consideran plenamente teatrales:

–         La comedia “Como ha de ser privado”

–         Los entremeses “La vieja Muñatones”, “Los enfadosos”, “La venta” entre otras.

–         Algunas loas y diez bailes.

NOVELAS DE LOPE DE VEGA

 

La novela es una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores. Con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres.

Su carácter es abierto y puede tener elementos diversos en un relato complejo. Ofrece al autor capacidad para meter personajes, introducir historias, o presentar hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta naturaleza: cartas, documentos administrativos, leyendas, poemas, etc. Todo ello da a la novela mayor complejidad que la que presentan los demás subgéneros narrativos.

Tipos de novelas

  • Bizantina: Narra viajes o aventuras. Los hechos pasan en islas, países o mares históricos.  La historia puede ser protagonizada por dos jóvenes enamorados. A lo largo de la historia, los jóvenes sufren diferentes impedimentos que dificultan el desenlace de la historia. Acaba con la huída de los amantes.  (El peregrino en su patria (1604))

 

  • Pastoriles: Narra un viaje. Los personajes son pastores idealizados y castos que hablan como cortesanos.  Destaca en ocasiones la figura femenina. Adquiere importancia en el diálogo y puede ser interrumpida por cartas o poemas. (La Arcadia (1598))

 

  • Celestinesca: Serie de textos que siguen el modelo de la Tragicomedia de Calisto y Melibea. Narran amores que se desarrollan con la ayuda de los criados del enamorado y de una alcahueta.  (LaDorotea 1632)

CALDERÓN DE LA BARCA

VIDA:  Nació en Madrid el 17 de enero de 1600 y murió en Madrid el 25 de mayo de 1681, fue un escritor del barroco español del Siglo de Oro, fundamentalmente conocido por su teatro.

OBRA: La  obra teatral de Calderón de la Barca significa la culminación barroca del modelo teatral creado por Lope de Vega. , su producción dramática consta de ciento diez comedias y ochenta autos sacramentales, loas, entremeses y otras obras menores y ocasionales. Una clasificación de obras de Calderón sería: Tragedias, Comedias serias, Comedias cortesanas, Comedias de capa y espada y Autos sacramentales.

El teatro cómico de Calderón  

La dama duende, Casa con dos puertas, mala es de guardar o El galán fantasma, y no descuidó el teatro menor. los personajes femeninos de Calderón son excesivamente hombrunos y no poseen la feminidad y viveza natural de las mujeres de Lope. Los personajes masculinos son celosos patológicos que abundan en los dramas de Calderón razonan férreamente, pero las conclusiones de sus silogismos se asientan sobre sospechas y pasiones desatadas.

La dramaturgia Calderoniana     

          Calderón reduce el número de escenas que habitualmente empleaba Lope de Vega, porque cuida más la estructura dramática, restringe la polimetría del teatro anterior a octosílabo, endecasílabo y alguna vez heptasílabo.

Lenguaje y estilo de Calderón    

          Lenguaje enfatizado por la belleza con el uso de antítesis, metáforas e hipérboles. Abundaban los juegos meta-teatrales. Diálogos fragmentados.

Temas principales de calderón de la Barca

-Dramas: de tiranía de leyes, que recrean el conflicto entre libertad y destino y religiosos.

-Comedias: para ser representadas con los corrales o ambientes cortesanos.

-Autos sacramentales: Dios es el autor de un gran drama, el mundo, y sus personajes son los hombres. La virtud con que desempeñen su papel es la clave de su salvación.

La escuela dramática de Calderón                                  

                            

     El estilo de esta escuela fue la reflexiva estructuración de la obra y la recargada ornamentación. Los discípulos de Calderón siguen los esquemas convencionales del maestro e intensifican un conceptismo que sofoca sus intentos de popularismo. La escuela de Calderón introduce una cierta finura en el estilo barroco del maestro, que corresponde a lo que en pintura fue el paso del Barroco al Rococó.

OBRAS FAMOSAS   

                                                                                                                                                        El alcalde de Zalamea, Amor, honor y poder, Andrómeda y Perseo, La dama duende, El gran mercado del mundo, El gran teatro del mundo, El José de las mujeres, La aurora en Copacabana, La fiera, el rayo y la piedra, La puente de Mantible , El mágico prodigioso, El médico de su honra, No hay burlas con el amor, La vida es sueño.